Hernán Giardini

En el vasto y a menudo conflictivo mapa de la defensa ambiental en Argentina, pocas figuras logran sostener una relevancia y vigencia de dos décadas como Hernán Giardini. Su nombre se ha convertido en sinónimo de la lucha por los bosques nativos, pero reducir su perfil únicamente al de un activista sería simplificar la complejidad de su labor. Giardini es un estratega de la comunicación pública, un articulador político y, sobre todo, un traductor de realidades: es quien toma la complejidad técnica de un ecosistema amenazado y la transforma en una causa capaz de movilizar a millones.

Como coordinador de la campaña de Bosques en Greenpeace desde hace 20 años, Giardini ha estado en la primera línea de los conflictos más agudos sobre el uso del suelo en la región. Su trabajo consiste en enfrentar una realidad adversa marcada por la deforestación, los incendios intencionales y el recorte sistemático de la biodiversidad. Sin embargo, su enfoque no es el de la resistencia pasiva, sino el de la incidencia activa, utilizando todas las herramientas democráticas y mediáticas disponibles para frenar la destrucción.

La construcción del comunicador social

Para entender la eficacia de Giardini hoy, es necesario mirar hacia atrás, hacia su formación y sus primeros pasos. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y periodista de oficio, entendió tempranamente que la batalla por el medio ambiente es, en gran medida, una batalla por el sentido y la información.

Antes de convertirse en la cara visible de Greenpeace para estas temáticas, Giardini forjó su carácter en el barro de la comunicación popular. Colaboró activamente con movimientos sociales, fábricas recuperadas y organizaciones campesinas e indígenas. Esa etapa fue su escuela de “articulación territorial”. Allí aprendió que una campaña no se gana solo con grandes titulares, sino tejiendo redes con quienes habitan el territorio.

Su ingreso a la organización ambientalista se dio a partir de una convocatoria del área de política e investigación. Fue el punto de encuentro perfecto donde sus inquietudes profesionales y su vocación activista convergieron. Desde entonces, ha dedicado su carrera a diseñar estrategias, liderar investigaciones y actuar como vocero ante un espectro de interlocutores que va desde empresarios y legisladores hasta las comunidades locales más aisladas.

La Ley de Bosques: Un hito de gestión política

Si hay un capítulo que define la “relevancia” de Giardini en la historia moderna argentina, es su rol en la sanción de la Ley Nacional de Bosques en 2007. Este evento marcó un punto de inflexión en la protección ambiental del país, y Giardini fue un motor crucial detrás de la maquinaria que lo hizo posible.

La estrategia que desplegó para lograr esta normativa es un caso de estudio de presión pública efectiva. Enfrentándose a poderosos lobbies económicos, Giardini y su equipo orquestaron una ofensiva comunicacional sin precedentes. Los números hablan por sí solos: en un lapso de apenas un mes y medio, lograron gestionar 175 notas periodísticas, de las cuales 93 se publicaron en medios masivos nacionales y provinciales. El objetivo era claro: romper el silencio y obligar al poder político a debatir.

“Todo para dar a conocer el tema”, recuerda Giardini sobre aquella gesta. Pero su trabajo no terminó con la sanción. Comprendiendo que una ley sin aplicación es letra muerta, continuó presionando para la implementación de las normativas provinciales en distritos críticos como Santiago del Estero, Salta y Chaco, donde la frontera agropecuaria avanza con mayor voracidad.

Más allá de los árboles: Glaciares y Justicia

La influencia de Giardini no se detuvo en la línea de los bosques. Su capacidad de movilización fue puesta a prueba nuevamente con la Ley de Glaciares (Ley 26.639), sancionada en 2010. Aunque él mismo reconoce humildemente que el protagonismo de Greenpeace en esta causa fue compartido con el inmenso empuje de las asambleas socioambientales, su rol en la articulación y vocería fue determinante.

Bajo campañas en las que él participó activamente, se lograron reunir 1.5 millones de firmas, una cifra histórica que demostró el despertar de una conciencia ambiental masiva. Esta ley fue fundamental porque estableció el Régimen de Presupuestos Mínimos para la preservación de los glaciares y del ambiente periglacial, reconociéndolos como reservas estratégicas de agua dulce y prohibiendo actividades industriales de alto impacto como la minería e hidrocarburos.

En el frente judicial, Giardini también ha dejado su marca. Un ejemplo claro fue la denuncia presentada ante la Corte Suprema en 2019 por el desmonte en Chiguayante. Esta acción buscó visibilizar la impunidad con la que operan ciertos sectores, llevando la discusión de los delitos ambientales al máximo tribunal de justicia del país.

El escenario actual: Combatiendo la impunidad

Hoy, el trabajo de Giardini se desarrolla en un contexto de urgencia extrema. Los datos que maneja su equipo son alarmantes: más de la mitad de los desmontes en Argentina se realizan de manera ilegal, desafiando abiertamente las leyes que tanto costó conseguir. A esto se suma la tragedia de los incendios forestales, donde el 95% de los focos tienen un origen humano, ya sea por negligencia o intencionalidad.

Bajo su coordinación, los reportes anuales de Greenpeace se han convertido en una herramienta indispensable de control ciudadano. Estos informes, basados en datos concretos y monitoreo satelital, son la única barrera que impide que la destrucción ocurra en la oscuridad total. Giardini advierte sobre un “efecto contagio” en algunas provincias, donde se percibe una tendencia a flexibilizar cuestiones ambientales y, lo que es más grave, la persecución a pueblos indígenas que defienden sus territorios.

Filosofía de vida y adaptación

Detrás del estratega político, existe una persona profundamente conectada con lo que defiende. Desde hace 12 años, Hernán Giardini eligió radicarse en Bariloche, Río Negro. No es una elección casual; vivir allí le permite estar en contacto directo con la naturaleza que lo apasiona. Amante de los bosques y las montañas, practica trekking regularmente, encontrando en el paisaje patagónico la energía necesaria para sostener una lucha que a menudo es desgastante.

Su perfil se completa con una faceta artística y curiosa: músico aficionado con diez años de práctica en percusión y un viajero incansable. Estas dimensiones humanas le aportan una sensibilidad especial para comunicar. Además, su trayectoria en medios continúa vigente; desde 1997 hace radio y actualmente coordina, produce y conduce en Radio Piuke, manteniendo vivo su oficio periodístico.

Sin embargo, Giardini no es ingenuo respecto al futuro. Su análisis del escenario post-pandémico es crudo y lúcido. “La pandemia no fue un cachetazo lo suficientemente fuerte para generar un cambio sistémico”, reflexiona. Observa con preocupación un auge del individualismo que dificulta la acción colectiva.

Ante este desafío, lejos de resignarse, su respuesta es la innovación. Giardini dedica sus días a “refrescar” la campaña, buscando nuevas formas de contar lo que está pasando. Su obsesión profesional es evitar que el mensaje se desgaste, adaptando la comunicación a un escenario mediático fragmentado para llegar a nuevos públicos. En un mundo que parece acelerar hacia el colapso ecológico, la figura de Hernán Giardini se erige como un recordatorio persistente de que la voluntad humana, organizada y estratégica, es la única fuerza capaz de frenar la destrucción.